
Los establecimientos comerciales que han impulsado el desarrollo de las ciudades han usado desde siempre rótulos distintivos para informar de su presencia y actividad. El comerciante se afana en convertir al transeúnte en cliente; para ello, sus letreros son una herramienta básica, primaria, con la que comunicarse y llamar su atención. El conjunto de estos rótulos, como forma de expresión, aporta a la ciudad una cultura gráfica propia y una personalidad particular, conformando un patrimonio identitario muy valioso.
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